[OPINION - DIA DE LA DEMOCRACIA]
Por: Hugo Fernández (Concejal ARI)
Cuando tenia apenas once años, me enamore.
Estaba en la cancha de Ferro rodeado de miles de personas, cuando una voz paternal hablo de la Democracia y me enamoró, me enamoró aquella idea de que "con la democracia se come, se cura y se educa" a partir de entonces ese amor lejos de enfriarse, se ha acrecentado. Como todas las relaciones hemos tenido nuestros buenos y malos momentos; Juntos enjuiciamos a los asesinos, Plebiscitamos las diferencias con nuestros hermanos chilenos y le dimos el SI a la paz, me prometió pasar unas Felices Pascuas, pero la casa no estaba en orden, comenzaban tiempos poco felices. Para mantener el amor hubo que terminar la relación antes de lo previsto.
Aunque no le creía sus demagógicas promesas de amor, revolución productiva y salariazo, terminó vendiendo las joyas de la abuela, con el corazón saqueado Pactamos en Olivos, pero las segundas partes nunca son buenas y esta vez fue mucho peor. Resistimos mucho; entre privatizaciones y converti-bilidad, este amor se desangraba día a día.
Cuando todo parecía una reconciliación plena, haciéndonos cada uno responsables de lo sucedido, confesar nuestro pecado, el de no haber vencido a la segunda década infame, era como si la resistencia durante esos 10 años de burlas y engaños no alcanzará para ponernos de pie frente al altar, este matrimonio que se nos proponía traía una Alianza similar a la anterior, con otro brillo que disimulaba el engaño. Con un manto de moral hipócrita y por suerte no me case.
Sí, lo que vino después fue peor ya lo se, pero fue real, salvaje y brutal. Lejos de lograr Que Se Vayan Todos, dejo al descubierto al titiritero que luego de rearmar su obra cambió su títere manco por un Pingüino vizco, al que se le soltó la cadena y comenzó a golpearse contra todo, como un elefante en un bazar destrozo todo lo que tocaba. Nos peleamos con nuestros vecinos Orientales pero le pedimos plata al Quinielero Bolivariano de la esquina. Nos enojamos con nuestros primos del campo y cuando se nos acabo la plata le metimos mano a los ahorros que tenían los trabajadores para su futuro.
Como apostar a este amor que luego de 25 años no se logra concretar. Yo ya no creo en este amor solo por mi hoy creo y lucho por concretar este amor fundamentalmente por mis hijas y por que creo que su generación merece tener un porvenir distinto.
Hoy al recordar aquella voz paternal de hace 25 años aún se me pone la piel de gallina, algunos han dejado de creer en un amor que parece no ser correspondido, lejos de esto siento que soy yo el que está en falta y que todavía queda mucho por hacer.
Hoy creo más que nunca en que este amor es posible, creo más que nunca que "con la democracia se come, se cura y se educa".
Hacerlo real es el desafío y en esto me va la vida.
Por: Hugo Fernández (Concejal ARI)
Cuando tenia apenas once años, me enamore.
Estaba en la cancha de Ferro rodeado de miles de personas, cuando una voz paternal hablo de la Democracia y me enamoró, me enamoró aquella idea de que "con la democracia se come, se cura y se educa" a partir de entonces ese amor lejos de enfriarse, se ha acrecentado. Como todas las relaciones hemos tenido nuestros buenos y malos momentos; Juntos enjuiciamos a los asesinos, Plebiscitamos las diferencias con nuestros hermanos chilenos y le dimos el SI a la paz, me prometió pasar unas Felices Pascuas, pero la casa no estaba en orden, comenzaban tiempos poco felices. Para mantener el amor hubo que terminar la relación antes de lo previsto.
Aunque no le creía sus demagógicas promesas de amor, revolución productiva y salariazo, terminó vendiendo las joyas de la abuela, con el corazón saqueado Pactamos en Olivos, pero las segundas partes nunca son buenas y esta vez fue mucho peor. Resistimos mucho; entre privatizaciones y converti-bilidad, este amor se desangraba día a día.
Cuando todo parecía una reconciliación plena, haciéndonos cada uno responsables de lo sucedido, confesar nuestro pecado, el de no haber vencido a la segunda década infame, era como si la resistencia durante esos 10 años de burlas y engaños no alcanzará para ponernos de pie frente al altar, este matrimonio que se nos proponía traía una Alianza similar a la anterior, con otro brillo que disimulaba el engaño. Con un manto de moral hipócrita y por suerte no me case.
Sí, lo que vino después fue peor ya lo se, pero fue real, salvaje y brutal. Lejos de lograr Que Se Vayan Todos, dejo al descubierto al titiritero que luego de rearmar su obra cambió su títere manco por un Pingüino vizco, al que se le soltó la cadena y comenzó a golpearse contra todo, como un elefante en un bazar destrozo todo lo que tocaba. Nos peleamos con nuestros vecinos Orientales pero le pedimos plata al Quinielero Bolivariano de la esquina. Nos enojamos con nuestros primos del campo y cuando se nos acabo la plata le metimos mano a los ahorros que tenían los trabajadores para su futuro.
Como apostar a este amor que luego de 25 años no se logra concretar. Yo ya no creo en este amor solo por mi hoy creo y lucho por concretar este amor fundamentalmente por mis hijas y por que creo que su generación merece tener un porvenir distinto.
Hoy al recordar aquella voz paternal de hace 25 años aún se me pone la piel de gallina, algunos han dejado de creer en un amor que parece no ser correspondido, lejos de esto siento que soy yo el que está en falta y que todavía queda mucho por hacer.
Hoy creo más que nunca en que este amor es posible, creo más que nunca que "con la democracia se come, se cura y se educa".
Hacerlo real es el desafío y en esto me va la vida.
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