sábado, 12 de abril de 2008

QUE HAY DE NUEVO

Pensarnos
Por E.H.L. para La Semana

Entré al “El Cotillón” a sacar unas fotocopias y me encontré con el profesor Daniel que se hallaba allí con el mismo propósito. Se compró una docena de alfajores.
-Más barato por docena, dije.
-El que come y no convida…, dijo el profesor y te pareces a mi hermano.
Camino al “Café de los Jueves” Daniel me comentó con fastidio y preocupación los incidentes entre adolescentes que fueron noticia en los últimos días. Me dijo: “Cuando las normas se diluyen o flexibilizan pierden la claridad necesaria y las consecuencias están a la vista”. Y agregó: “Hubo una época en la que le teníamos miedo al “cana”, a las malas notas y a los puntapiés en el trasero que nos propinarían nuestros padres, pero hoy eso se ha perdido.”.
Lo miré con sorpresa y le dije: “Muchas cosas se han perdido, querido profesor, y recuperar alguna de ellas será tarea de las próximas generaciones”. Y pensé por un instante en esa vieja canción de Maria Elena Walsh “…tuvimos padres que nos castigaron, tuvimos hijos que nos criticaron…”
Cuando entramos al bar ya estaban Bernardo, Félix y Omar. Freddy nos trajo café con una sonrisa. José entró y dijo como siempre: “Que hay de nuevo”, y deslizó: “Calma chicas, estamos en el ojo del huracán”.
-Che, tanguero, dijo Bernardo, podes dejarnos disfrutar tan solo por unos días de esta apacible quietud y esta sensación de normalidad.
-Claro que si, respondió José, solo estaban pulseando el ambiente, agregó, luego se sentó e hizo silencio.
Bernardo le pregunto a Omar: ¿Volvió la pizza?
-Si, respondió Omar y agregó con sarcasmo, “pero le tuve que poner tiras de asado, bifes de cuadril y costeletas. La nueva variedad se llama “pizza a la vaca” y con las ganas que tenía la gente de comer carne, luego del ayuno de un par de semanas, fue todo un éxito”.
Omar miro por sobre los anteojos y rió al ver la reacción de todos nosotros. Mientras se gastaban bromas pensé que durante la semana se había abierto un buen número de temas, quizás como pocas veces, donde había que pensar muy cuidadosamente el país en el que queremos vivir. La Presidenta convocó a los productores agropecuarios…, Félix interrumpió mis pensamientos y me pregunto por donde andaba mi “marote”.
-Sobre mis hombros, le respondí. Y agregué: “El tema es el siguiente: hay que pensar un nuevo sistema de producción e industrialización donde las pujas entre sectores no tengan ya ningún sentido, porque irían unidos y se ganaría o perdería conjuntamente”.
-Más difícil que retroceder en chancletas, dijo Félix.
-No va a ser fácil, pero habrá que intentarlo. Por otra parte, agregué, un sistema de coparticipación, tan ágil como sea posible y tan claramente explicitado que nadie tenga dudas.
Daniel se sumo y dijo: “Si, y un sistema educativo con premios y castigos, con contención y disciplina”. Acto seguido se interrumpió, mordisqueó un alfajor y concluyó: “donde el respeto, la solidaridad y la amistad sean los elementos rectores”.
Sobre la mesa del bar quedo espolvoreada la maicena del alfajor, luego de la arremetida del profesor.
Bernardo, que había permanecido callado y escuchando se preguntó: ¿Y la salud? Luego se explicó: “Como ustedes saben mi mujer es médica de un hospital de Capital, allí estos están sobrepasados ya que se atiende mayoritariamente a pacientes que llegan de la provincia e incluso de los países limítrofes. Así, como a nadie se le ocurre denunciar un hecho en una comisaría que no sea la que le corresponde según el domicilio del afectado y del hecho, de igual modo que concurrimos al Registro Civil de nuestra localidad, ¿por qué se concurre a hospitales fuera de nuestra jurisdicción?. Si cada ciudad tiene los recursos coparticipables -siguió- justos y necesarios todo paciente debería tener allí los medios para su salud. Cada ciudad del conurbano bonaerense tiene que tener su hospital…”
Omar interrumpió con un: “Los tienen…”
-“Pues bien, continuó Bernardo, que los doten de la tecnología necesaria. Los profesionales médicos del área pública son los mejores y si tiene los recursos mucho más. Y un detalle que se ha perdido en el tiempo: hace unos diez años se escuchaba por radio y televisión los llamados a la solidaridad, donde angustiadas familias pedían apoyo a la ciudadanía y daban un número de cuenta bancaria, porque debían operar a su hijo o hija en Estados Unidos, a costos inalcanzables. Bien, esos pedidos hoy no se hacen más porque esas operaciones se hacen aquí, con nuestros médicos y en nuestros hospitales”.
Nos quedamos pensando, cuando Bernardo dijo “me voy a tomar unas clases de tango”.
-“Vamos, tanguero”, le dijo a José que se encogió de hombros y salieron.

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